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Las válvulas termostáticas funcionan mediante un elemento sensible a la temperatura (generalmente cera o bimetálico) que se expande o contrae según las variaciones térmicas, abriendo o cerrando el paso del fluido de forma proporcional. Este mecanismo permite mantener la temperatura del sistema constante sin necesidad de intervención manual.
Se utilizan en sistemas de refrigeración, motores, intercambiadores de calor, compresores y circuitos hidráulicos, donde el control térmico es fundamental para evitar sobrecalentamientos o pérdidas de eficiencia.
Fabricadas en materiales como latón, acero inoxidable o aluminio, las válvulas termostáticas ofrecen durabilidad, respuesta precisa y bajo mantenimiento.
Su uso mejora la eficiencia energética, prolonga la vida útil de los equipos y garantiza un funcionamiento estable bajo diferentes condiciones operativas.